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MADRID, DÍA 16 DE AGOSTO DE 1950, NUMERO SUELTO 5 0 CENTS. DIAjíO TRAffQ DE; 1 NF O R M A C Í: Ó N G E N E R A L T 7I AJAR de Cali a Majiiza 7 les es pasar de la volüpV tuosidad a la energía, de lo lírico a lo épico. Cali es la dulzura. A Cali, como a Sevilla, se la huele antes de llegar; es una ciudad que perfuma. Y así como Sevilla es la novia de España, Cali es la arriada de Colombia. A Cali se la permite lodo. Todo lo de ella tiene gracia; se la discul- pa, sf la piropea: Es, tan linda, tan bolita Salimos del aeródrome entre tulipanes y acacias, guásimos y ceibos. -N o s alojamos en un hotel, de nombre romántico: El Alférez Real. Scbre este alférez corre una dulce leyenda, de- amor, como la de aquel virrey de Colombia que se hizo fraile. Desde mi cuarto se oye al río haciendo esnuma bajó el Düehte de hierro. El Valle del Cauca es uno de los más hermosos paisajes que he contemplado. U n vallé riente, florido; una primavera fija, quieta, como una muchacha a la qué sé le ha retenido por la falta. Nos acompañan las nietas, bellísimas, del gran poeta Guillermo Garrido. Garrí do es alte, con pelo blanco. Tomamos unos helados frente a San Francisco con su torre mudejar. i- -Le llamamos- -me dice una de. las muchachas- -1 torre del moro, Rezamos ante la Cimarrona la Virgen colombiana de La Merced, en su ermita, donde se dijo la primera misa del valle del Cauca, y luego subimos hasta San Antonio, con sus mulatas vendiendo tamales a la entrada y unas pakmas que vuelan en el interior, como la del Espíritu Santo, alrededor de la bóveda. Por aquí entró Belaícázar, El Fundador. Se le ve, de bronce en la ladera de esta pequeña montaña, desde la cual se abarca a todo Cali; señala hacia la ciudad cen su verdoso dedo de color de armadura. La noche es libia, caliente; brillan en íá y ladera las lucecillas del pueblo de Siloé que por su parecido con un Nacimiento se le llama aquí El Pesebre En lo alto del monte, encendidas, se ven tres cruces. Las pusieron aquí perqué una vez llegaron a Cali noticias de que el demonio, que venía de España ¿en qué CALI Y MANIZALES ciénaga, y en ella se ahogó un compañero mío. o Sin embargo, la ciudad no ha podido borrar la cresta de la montaña. Así hay calles centraroja; carabela, con velas de luto? iba a les y otras laterales qué caen y se. deiparraman, siguiendo las- laderas. desembarcar. -En esas casas, las camas sólo deberían Hemos recitado ñ el teatro Municipal. De neche, Cali baila en la calle. barrios tener dos patas y los autos rdos ruedai, como constelaciones, como jardines, con las delanteras. luciérnagas. Luces de todos los colores. Comemos en el Club Taurino. Con ArSuenan tiples vitrolas negras de turo Zapata, con Jaramillo, con Gilberto blanco y rmilátas vestidas de limón, cro- Álzate con Fernando Londoño, con Jamos atrevidos de muchachas, y bambu- ramillo Mejías, director dé La Patria cos botes perros colombianas En las paredes, carteles de viejas corriY también guairas rumbas y me- das españolas, de tardes lejanísimas- -ceh rengues Todo el Caribe musicát bajo 13 un entefnecedor Si el tiempo no lo im- noche perfumada. pide que las mantiene un poco vivas. En Manizales, no; Manizaleá es lo con- Desde las paredes nos miran, alucinantes, trario. En una hora dé vuelo himos subi- calaveras de toros, con bombillas verdes do a este nido de cóndores. Manizales es en las cuencas de sus ojos. la voluntad. Sus habitantes son de origen Y hemos recitado en el teatro Cumanday que toma su nombre de un cacique vasco. Pbr aquí pasaban, hace sesenta años, indio de estas regiones. les comerciantes de Arítioquía. Aquí El club está oscuro. Hablamos de los acampaban; los arrieros llamaron al sitio extraños nombres bíblicos de la región. Manizales porque así se denominan en Estamos rodeados de puebles v ciudades Colombia los pequeños guijarros que aquí que se llamani Antioquía, Palmira Cn abundan; dijeren: Aqur haremos una casia, Siloé (como el lugar de la oiscina ciudad, Serraron él monte y la edificár que agitaba él ángel) Palestina, Belén y ípn. Desde el aeródromo empezamos a su- J e r i c ó bir. Se despeña, gritando, como un ser- -Estos nombres y esta corva nariz que humano que va a suicidarse, elrío Chin- poseímos- -bromea Uno- -indican que nueschina Vacas entre las manchas de les tros antepasados encendieron el candelacafetales; es decir: paisaje de desayuno; bro de los siete brazos. café con Jeche. Una especie de posada de- -No- interrumpe vivamente Álzate- montaña. Unos hombres de campo, con la explicación es otra. Hace setenta años, anchos sombreros de jipi mezclan el este país a inaccesible. Nuestros abue- ren con la leche recién ordeñada. Llega- los, tascos (de ahí nuestra gran nariz) mos a la ciudad. -El hotel de Manizales vivieron aislados. No tenían más libros lleva un nombre adecuado a su austeri- Dará las lentas noches de invierno que el dad pétrea: El Escorial. Antiguo y el Nuevo Testamento. Por eso Es asombroso ver a los taxis a los D usier en estos nombres a las ciudades que automóviles, -entrar en cinss y teatros, fundaron. en un pico afilado de Los Andes. Con una lluvia fría, partimos. Tenemos- -En Manizales- -me dice su simpático que ir a otro aeródromo, descolgándonos gobernador, Jaramillo- para construir per una carretera gredosa y resbaladiza. una casa, lo v primero que hay que hacer Torrentes y precipicios. El avión emes el aclar. pieza a rodar. T Y hay empresas que se dedican, a la fa- Mientras la dulce Cali sestea, sonrienbricación de solares, rellenando hondona- te, en su hamaca a orillas del Cauca, allí, das, cortando rocas, terraplenando, nive- en la niebla queda Manizales, como un Jando. jinete a horcajadas sobre la cordillera. ¿Ve usted esta casa de diez pisos- -me Agustín de FOX A dicen- pues cuando ye era niño era una Coílde d e Foxá.